La arquitectura moderna daba mucho protagonismo a los tejados planos, plantas diáfanas, ventanas con cortinas y a una ornamentación mínima. Bajo la pauta de tener construcciones funcionales, los diseños contemplaban distintas entradas de luz natural y espacios abiertos que ayudaran a los habitantes a sentirse felices, sanos y en conexión con el entorno.
De igual forma, se empezó a utilizar hormigón fino, hormigón armado, perfiles de acero, fibra de carbono, acrílicos, titanio, aluminio y madera, dejando de lado la “estructura envolvente” del edificio, de modo que en muchos de los casos ya no se necesitaban muros para sostener el inmueble, generando espacios abiertos y libres.
Asimismo, el cristal tomó gran protagonismo y dio paso a una edificación cómoda e iluminada.
Sumado a lo anterior, es importante mencionar que, en 1920, Le Corbusier publicó un manifiesto titulado Los cinco puntos de la arquitectura, en donde se especifican distintos elementos arquitectónicos que determinan que una construcción sea catalogada como moderna. Enseguida te hablamos de cada uno de ellos:
- Pilotis: son componentes alargados y reforzados sobre los que las estructuras de los edificios se elevan, con lo que se logra una circulación libre en la planta baja y se deja espacio para coches o jardines.